Flora de el jardín
Al adentrarse en el Jardín Japonés del Cerro San Cristóbal, no solo se cruza un umbral cultural, sino también un puente hacia un microcosmos natural cuidadosamente diseñado para inspirar armonía, contemplación y asombro. Este espacio no solo es un homenaje a la estética japonesa, sino también un refugio vivo para especies vegetales y animales que dialogan en un lenguaje sereno y milenario.
🌿 Flora
La vegetación del jardín está seleccionada con un propósito: invitar a la meditación y al equilibrio interior. Aquí, cada planta tiene un lugar simbólico y estético.
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Cerezos : La joya del jardín. Su floración en primavera cubre el paisaje de un rosa etéreo que simboliza la belleza efímera de la vida. Es el momento más esperado por los visitantes y un espectáculo natural digno de admiración.
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Pinos enanos (Matsu): Especie tradicional del jardín japonés. Representan la longevidad y la fortaleza. Sus formas cuidadas a través del arte del niwaki los convierten en esculturas vivientes.
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Bambúes: Altos y flexibles, crujen con el viento y crean una atmósfera sonora que relaja el alma. Además de ser un símbolo de resiliencia, sus cañas sirven de hogar a aves y pequeños insectos.
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Azaleas y camelias: Aportan color durante distintas estaciones. Sus flores intensas en tonos rojos, rosados y blancos se agrupan en zonas estratégicas para equilibrar el paisaje visual.
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Musgo y helechos: Cubren el suelo en áreas sombreadas, aportando un toque místico. El musgo, en particular, es considerado sagrado en los jardines tradicionales por su textura suave y aspecto ancestral.
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